?t=crop&x=0.011&y=0.000&width=0.979&height=1.000&outputWidth=188&outputHeight=128)
?t=crop&x=0.116&y=0.000&width=0.814&height=1.000&outputWidth=188&outputHeight=128)
?t=crop&x=0.156&y=0.000&width=0.814&height=1.000&outputWidth=188&outputHeight=128)
Carla, de 24 años, vive la vida con determinación y una buena dosis de humor. Y para su prestigioso trabajo, ¡esta es exactamente la personalidad que necesita! Desde hace tres años, es una de las dos únicas crupieres del exclusivo club de juego parisino donde trabaja. Siempre inmaculadamente vestida, su estilo de vida nocturno nunca le ha impedido cuidarse. Pero todo cambió el día que atravesó las puertas del Instituto Furterer. ¡Nada serio, no te preocupes! Un descubrimiento sobre la caspa que cambió la relación de la joven con su cabello, y su belleza.
Como en muchos otros ambientes tradicionalmente muy masculinos: las chicas son mejores, pero somos menos. (risas) Es una profesión relativamente desconocida, pero muy estimulante y gratificante. Se necesita mucha concentración y autocontrol, una mirada aguda y una mente avispada. Se aprende mucho sobre una misma, y el telón de fondo de unas salas tan bonitas te empuja a cultivar cierta elegancia, a cuidarte, a estar siempre lo mejor posible, ¡o al menos a intentarlo!
No es más difícil que cuando se trabaja durante el día. Mi trabajo lo requiere. Tengo el pelo largo, pero no hay manera de tenerlo suelto en el trabajo. Se requiere un atuendo apropiado: un traje de tres piezas con pajarita y camisa blanca, siempre elegante, con un bonito moño o coleta. Ser elegante es parte de mi trabajo. La imagen del establecimiento está en juego. Lo único complicado es la falta de luz. Sobre todo en invierno. No veo la luz del día cuando trabajo. Empiezo sobre las 20:00 y termino sobre las 06:00. No puedo evitar sentir que mi cabello está apagado y que se me cae mucho.
¡No me preocupaba! Pero la verdad es que la superficie de mi cuero cabelludo estaba cubierta de caspa grasa.
¡Fue más bien una coincidencia! Mi peluquera habitual cambió de salón y confiaba en ella para cuidar mi cabello. Así que la seguí... al Instituto Furterer. Vine a hacerme un balayage de verano y un corte, solo las puntas, ¡nada más! Me ofrecieron un diagnóstico y, sin pensarlo dos veces, me pasaron el cabello por un Capiloscopio, un pequeño aparato con una cámara que aumenta hasta 100 veces. Y entonces, llegó el drama... Bueno, no el drama, ¡pero sí el susto! ¡Caspa grasa! Ni siquiera sabía lo que era. Pensaba que la caspa era pequeña y blanca, y que se quedaba en los hombros. En otras palabras, caspa seca. ¡No me preocupaba! Pero debería haberlo hecho: la superficie del cuero cabelludo estaba llena de caspa grasa, lo que contribuyó a mi caída del cabello.
Ha cambiado todo, o casi todo. Me ocupaba de él, pero un poco por instinto, no sabía realmente lo que hacía o si lo que hacía era correcto. Probaba productos y si veía una diferencia me los quedaba... hasta el siguiente producto. Salí con un plan de ataque para mi cabello Y mi cuero cabelludo, que nunca había pensado en cuidar. Y me encanta, se ha convertido en un verdadero placer. Vuelvo al Instituto cada dos o tres meses, y cada vez cambiamos un poco mi rutina. Conocer mejor mi cabello me ha permitido quererlo más, cuidarlo con los productos anticaspa adecuados. Se ha convertido en mi principal fuente de belleza.
Conocer mejor mi cabello me ha permitido quererlo más, cuidarlo con los productos anticaspa adecuados.
Conocer mejor mi cabello me ha permitido quererlo más, cuidarlo con los productos anticaspa adecuados.
