¿Tu champú tiene sulfatos?
Cuestionados y criticados, los sulfatos son de esos ingredientes cuya ausencia a día de hoy resulta tranquilizadora, a pesar de que no siempre entendamos el motivo. Junto con las siliconas y los parabenos, forman parte de los tres primeros productos excluidos que se exhiben con orgullo en los envases. Después de décadas utilizándolos, René Furterer trabaja en eliminar los sulfatos de las fórmulas en favor de alternativas más naturales, suaves y respetuosas con el cuero cabelludo.
Los diferentes tipos de sulfatos
Como ocurre con las siliconas, no hay uno, sino muchos tipos de sulfatos y no todos son igual de perjudiciales. Los sulfatos son sustancias sintéticas que se obtienen mediante un proceso denominado sulfatación: se trata de una reacción química entre el ácido sulfúrico (procedente del azufre) y un alcohol graso de origen vegetal (como el aceite de coco).
Hay dos tipos principales: SLS (sodium lauryl sulfate) y SLES (sodium laureth sulfate). Fue el primero que dio mala fama a toda la familia. Irritante y decapante, el SLS es conocido por sus propiedades detergentes. Se puede encontrar mucho más allá del campo de la cosmética, incluso en la limpieza industrial. El SLES se obtiene mediante etoxilación, un proceso químico que hace que las moléculas de ácidos grasos sean más solubles en agua, lo que lo hace menos irritante y menos agresivo. Sin embargo, el uso regular y prolongado de champús que contienen sulfatos puede alterar en gran medida la calidad del cabello.
¿Por qué son peligrosos los sulfatos para el cabello?
En cosmética, los sulfatos son tensioactivos, lo que significa que son el componente principal de la base limpiadora de jabones, geles de ducha, productos de cuidado y champús. Los fabricantes los han introducido en gran medida en sus fórmulas, porque los sulfatos tienen una gran capacidad espumante, limpiadora y desengrasante. También son baratos, lo que permite fabricar champús más económicos.
Los sulfatos son los componentes químicos que hacen que el producto haga espuma y dan la sensación de un cabello limpio, purificado y suave. Además, durante mucho tiempo existió la idea preconcebida de que un producto espumoso era garantía de eficacia. Pero el inconveniente de los sulfatos es que su efecto limpiador e incluso detergente es demasiado fuerte y, cuando están presentes en cantidades demasiado grandes en champús y productos de cuidado, debilitan el cuero cabelludo.
Los sulfatos son un ingrediente decapante, eliminan toda la suciedad pero su potente acción resulta irritante y reseca el cuero cabelludo, ya que también lo priva de su preciado sebo. Para luchar contra este desequilibrio repentino, el cuero cabelludo empieza a producir grandes cantidades de sebo, y se crea un círculo vicioso: el cabello se engrasa más rápido, por lo que se vuelve a lavar con mayor frecuencia, lo que lo desequilibra de nuevo. Al cabo de un tiempo, el cabello se seca al eliminar el sebo con cada champú: empiezan a aparecer las sensaciones de picor y caspa.
Elegir cuidados capilares sin sulfatos
Al igual que con las siliconas, el primer paso consiste en identificar el tipo de sulfato presente en las formulaciones habituales. Deben evitarse los SLS (sodium lauryl sulfate), aunque cada vez son menos frecuentes debido a su gran poder abrasivo. Deben evitarse otros sulfatos denominados ALS o SMS. En cuanto al SLES (sodium laureth sulfate), todo es cuestión de concentración. En general, los productos que contienen tienen una dosis muy baja y están perfectamente formulados para evitar que no provquen ninguna irritación.
Los champús sin sulfatos tienen muchas ventajas. Como medida de belleza y salud, eliminar los sulfatos de la rutina de cuidado ayuda a proteger el equilibrio del cabello y la piel. El cuero cabelludo tolera mucho mejor los ingredientes naturales.
Los champús sin sulfatos también se recomiendan para los cabellos con tendencia grasa, ya que respetan el cuero cabelludo que, reequilibrado, segregará menos sebo.
Champús sin sulfatos: la elección de René Furterer
En René Furterer llevamos varios años trabajando en ello: todas nuestras nuevas fórmulas no contienen sulfatos. Todavía se pueden encontrar algunas gamas con SLES, pero su concentración se ha reducido por debajo de un umbral para que sean inofensivos. La seguridad y la tolerancia de estas fórmulas han sido testadas mediante nuestras pruebas clínicas realizadas bajo control dermatológico. En las fórmulas sin sulfatos, se han sustituido por tensioactivos de origen natural y vegetal como el coco-glucósido, obtenido del aceite de coco y la glucosa de mandioca. Su espuma es más ligera, ¡pero eficaz! Y, sobre todo, son más respetuosos con tu cuero cabelludo. Tras unas semanas utilizando un champú sin sulfatos, el cuero cabelludo se alivia y reequilibra. El cabello tiene mejor textura, se engrasa con menos rapidez y, en general, está más sano.